Un Nazi en Kilómetro 24


 Cuando el 15 de mayo de 1939 el presidente Marcelino Ortiz restringió las actividades políticas extranjeras, comenzó a quebrarse la convivencia entre los inmigrantes de las diversas nacionalidades en Villa Ballester, sobre todo entre los argentinos y alemanes.

  En ese sentido, en agosto de 1939 ocurrió un caso muy resonante en el paraje Kilómetro 24, pero que comenzó en horas de la noche en la Capital Federal, cuando un extraño pasajero subió al taxi de Alberto Medina en la intersección de la avenida Callao y Tucumán y se hizo conducir hacia el Barrio de Belgrano donde realizó una breve diligencia, y luego a Vicente López, donde curiosamente hizo un segundo y rápido trámite.  Por último, el misterioso pasajero le dijo al chofer que debía llevarlo hasta un tercer destino.  Para ello le fue indicando el camino por donde ir.   Pese a notar que la zona por donde circulaban era prácticamente despoblada y la única luz que había salía de los faroles del auto, Alberto Medina nunca sospechó del pasajero, ni siquiera ante el pedido de detener el coche en la esquina de Libertad y Bernabé Márquez.  Al hacerlo, el pasajero le aplicó un sorpresivo y tan fuerte golpe al chofer que lo dejó inconsciente al instante, momento que aprovechará para sustraerle $5.

  Convencido de que había cumplido con su primer objetivo, se dispuso a robarle el auto.  En ese momento, Medina recuperó el conocimiento y pidió ayuda al grito de auxilio. Y lo hizo tan fuerte que asustó de sobremanera al pasajero delincuente, quien puso los pies en polvorosa, dejando abandonadas las “dos valijas” que llevaba.  

  El suceso violento y el contenido de las valijas preocuparon a las autoridades policiales, ya que "parecía revestir derivaciones de sumo interés". Con las rápidas y minuciosas investigaciones, tuvieron un sospechoso en la mira. Entonces, designaron una pequeña delegación de oficiales que lo buscó intensamente.

  El 25 de septiembre detuvieron a un hombre que, por su físico demacrado, aspecto y vestimenta, perecía ser un linyera.  Al acercarse, los oficiales reconocieron que se trataba del hombre que buscaban. Evidentemente, en el último tiempo, el detenido había llevado una vida precaria huyendo de la policía. Su nombre era Carlos Enrique Halblaub, de nacionalidad alemana, personaje vinculado a sectores políticos exóticos. Traducido, era Nazi.    
                                                                
  Luego, la policía dio a conocer algunos detalles de la investigación, siendo el más contundente, el momento de requisar las valijas abandonadas el día de las lesiones a Medina, donde habrían encontrado en su interior documentos que hacían sospechar maniobras de espionaje.  
                                      
 Se inició un procesamiento en el cual el fiscal Dr. Schoo solicitó 15 años de prisión a Halblaub por “Asalto y Lesiones”, pero finalmente en mayo de 1940 el juez Coti de la Lastra le impuso 10 años de prisión por “Lesiones con alevosía”, desestimando por completo los indicios que evidenciaban su actividad de espía. 
                                                                                               
 Tiempo después se sabrá que Adam Halblaub, muy probablemente pariente suyo, con domicilio en Bahía Blanca 250 de Villa Ballester, era el miembro del partido nazi n° 2.814.222
  
  

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